La pedagogía matemática como motor de cambio: entrevista a Andrés Niemann, docente bilingüe de formación en la USACH

La pedagogía matemática como motor de cambio: entrevista a Andrés Niemann, docente bilingüe de formación en la USACH

Andrés Niemann es un profesor con conocimientos avanzados en Pedagogía en Matemáticas y Computación en la Universidad de Santiago de Chile (USACH), una carrera con tradición y prestigio académico que combina rigurosidad matemática con innovación tecnológica. En esta entrevista, Niemann aborda los desafíos que enfrenta la educación matemática en Chile, la integración de tecnologías como la inteligencia artificial en la enseñanza y la relevancia social de su vocación docente.

Más allá de la formación técnica y académica, Andrés Niemann destaca la pedagogía como un espacio fundamental para el cambio social y el desarrollo personal. Para él, la sala de clases es mucho más que la transmisión de contenidos; es un lugar donde se aprende a escuchar, a dialogar y a respetar opiniones diversas, incluso aquellas con las que no se está de acuerdo.

—¿Cómo fue su camino hacia la pedagogía matemática y por qué elegiste la USACH?

Comencé estudiando ingeniería comercial, pero mi vínculo con la matemática se consolidó cuando participé en un proyecto social de enseñanza para estudiantes de colegios en riesgo social. Fue ahí donde descubrí que la docencia y la pedagogía eran mi verdadera vocación. Elegí la USACH por la trayectoria y el respaldo que tiene su carrera de Pedagogía en Matemáticas y Computación, que se inició en los años 70 y ha sido pionera en formar docentes con un enfoque sólido y actualizado. Además, la carrera integra computación y matemáticas, lo que me pareció fundamental para la educación actual.

—¿Qué distingue a la formación en la USACH respecto a otras universidades?

La USACH entrega una formación integral que no solo abarca los conocimientos matemáticos, sino también el desarrollo pedagógico y el uso de tecnologías emergentes. Esto permite a los futuros profesores enfrentar con herramientas concretas los desafíos del aula. La experiencia acumulada por décadas y la calidad del cuerpo académico son también factores que potencian la formación.

—¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan los docentes de matemáticas en Chile hoy?

Son desafíos estructurales y sociales. Por un lado, las condiciones laborales muchas veces precarias y la carga administrativa que desvía el foco del aula. Por otro lado, la realidad de los estudiantes, que puede estar marcada por problemáticas sociales y falta de apoyo familiar. Esto afecta la motivación y permanencia tanto de docentes como alumnos. Además, es necesario resignificar el rol del profesor, que no solo debe enseñar contenidos sino también acompañar y motivar.

—¿Qué papel juega la tecnología en la enseñanza de las matemáticas?

La tecnología es una herramienta clave. En mis clases utilizo aplicaciones como GeoGebra y plataformas digitales que facilitan la comprensión y permiten una interacción más dinámica con los contenidos. También incorporo la inteligencia artificial para que los estudiantes validen sus procesos y desarrollen autonomía en el aprendizaje. La combinación entre lo pedagógico y lo tecnológico es esencial para una enseñanza pertinente y motivadora.

—¿Qué consejos darías a quienes consideren estudiar Pedagogía en Matemáticas y Computación?

Es fundamental tener clara la vocación de servicio y compromiso social que implica la docencia. La carrera en la USACH brinda una formación robusta que permite enfrentar los retos de la educación con herramientas académicas y tecnológicas de primer nivel. Recomiendo también apostar por especializaciones, como la docencia bilingüe, que abren nuevas oportunidades y enriquecen la práctica profesional.

—¿Qué significa para ti la pedagogía en un contexto social y político tan complejo?

La pedagogía es el lugar donde verdaderamente podemos cambiar el Chile y, por qué no, el mundo. No se trata solo de enseñar un currículo, sino de tener la capacidad de transmitir conocimientos con altura de mira, de abrir espacio para opiniones distintas y generar un ambiente de respeto y aprendizaje mutuo. En un país donde la polarización política y social está tan presente, el aula puede ser un espacio para dialogar, para que los estudiantes expresen sus ideas, aunque sean contrarias a las propias. El rol del docente no es adoctrinar, sino facilitar ese intercambio, aprendiendo también de los estudiantes.

—¿Podrías ejemplificar esta visión?

Recuerdo un caso reciente en Limache, donde un profesor fue cuestionado por su reacción ante un estudiante que expresó una postura política diferente. Creo que ahí está la clave: el docente debe tener madurez para aceptar y respetar que los estudiantes piensen distinto, y manejar esas diferencias con diálogo y apertura. Es fundamental que el profesor no imponga su visión, sino que propicie un ambiente donde las ideas puedan ser discutidas y confrontadas respetuosamente. Así, la enseñanza se convierte en aprendizaje para todos.

—¿Qué consejo le darías a quienes están pensando en dedicarse a la docencia, especialmente en matemáticas?

Que tengan claro que la vocación docente va mucho más allá del conocimiento técnico. Se trata de un compromiso social profundo y de una actitud abierta al diálogo y al aprendizaje continuo. El aula es un espacio donde se pueden transformar vidas y contribuir a una sociedad más justa y plural. Ser profesor implica también estar dispuesto a escuchar, a entender distintas realidades y a generar espacios inclusivos. La pedagogía es una labor con impacto real y duradero.

—Finalmente, ¿qué te motiva personalmente a ejercer la docencia?

Me motiva el impacto que puedo generar en la formación integral de mis estudiantes, más allá del aprendizaje matemático. Ser parte de su desarrollo personal, acompañarlos en sus procesos y fomentar en ellos valores y habilidades para la vida es lo que da sentido a mi vocación. Creo firmemente que la educación es una herramienta para transformar la sociedad.